Donald Trump: La Esperada Virtud de la Ignorancia
Mauricio García-Johnson


Resumen

Hace escasos meses el multimillonario norteamericano Donald Trump anunció su candidatura a la Casa Blanca por parte del partido Republicano. Casi simultáneamente realizó también unas polémicas declaraciones respecto a los inmigrantes mexicanos en su país, tachando a la mayoría de criminales: “México nos manda a su gente, pero no manda lo mejor.” (Espinoza, 2015). Más aún: en caso de acceder a la presidencia, auguró, construiría un “gran, gran muro” en la frontera México-Estados Unidos, sugiriendo incluso que obligaría a México a sufragarlo (Afp, 2015). A pesar de la aparente sorpresa y el revuelo mediático, sería preciso recordar que nada tienen de novedoso las xenófobas declaraciones de Trump —con lo cual nada tienen, tampoco, de sorprendentes. Ni siquiera, me temo, en el contexto de su candidatura a la presidencia. Indiscutiblemente, estas declaraciones podrían calificarse de absurdo a priori por cualquier mente progresista ofendida por el tono y contenido de las mismas, pero he aquí dónde radica la cuestión: dichas declaraciones no van dirigidas al electorado progresista, sino al sector republicano; sin olvidar que el miedo a los inmigrantes tampoco es ajeno a votantes de signo demócrata en la actualidad. Como dejó patente el pasado y más costoso proceso electoral de la historia (Ap, 2012), donde la victoria demócrata no fue ni mucho menos contundente, el vecino país del norte está clara y equilibradamente dividido entre Demócratas y Republicanos (M.S, 2012). Por lo cual, arrancar la contienda electoral con un detonante xenófobo capaz de incendiar los medios de comunicación y llegar a su electorado pudiera ser no tan absurdo para este político a fin de cuentas.


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